miércoles, 6 de febrero de 2008

¿Qué quieres que te diga?

Con esa sencilla pregunta, tal vez he sellado el destino de un colega...

Ayer me preguntaron sobre la calidad de la investigación de alguien que conozco bien. Como persona y como investigador, desde que empezó como estudiante predoctoral. De hecho, le había recomendado anteriormente para una beca de prestigio, y estuve en su tribunal de tesis. El objetivo de la pregunta, la realización de perfiles priorizados para la futura estabilización.

Mi interlocutor me respondió que no necesitaba saber más. Así que con una pregunta retórica he sellado, tal vez, el futuro de una persona. No me arrepiento, creo que su trabajo es bastante mediocre, que que le queda mucho por madurar, si es que llega a hacerlo. Sé que de llegar a conseguir una plaza de investigación, pararía su actividad (ya de por si escasa) y se limitaría a ser un funcionario más, de 9 a 5.

Pero también sé que no es el método, que estos obscurantismos, chanchulleos, subterfugios, movimientos detrás del telón, no nos favorecen. ¡Ojalá hubiera más luz, más taquígrafos! ¡Ojalá se pudiera exigir responsabilidades a quienes toman las decisiones sobre política científica!

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